EDUCACIÓN EN TAIWAN

Lanzando la red

Durante muchos años, a los extranjeros que deseaban realizar estudios avanzados en Taiwan, se les dificultaba encontrar un programa que los aceptara, a menos que su capacidad de lectura y escritura del idioma chino fuera lo más parecida a la de un hablante nativo. Sin embargo, ahora muchas universidades están expandiendo su currículum a fin de preparar a los estudiantes para un mundo cambiante. El resultado ha sido que muchas universidades ofrecen formación en idioma inglés para sus estudiantes, lo que ha instado a varias escuelas a abrir sus puertas a los extranjeros.
Wil Asato, americano, de 35 años de edad, quien estudia una maestría sobre Estudios de Taiwan en la Universidad Nacional Chengchi (NCCU, siglas en inglés), aprovechó la oportunidad. “Pensé seriamente en participar en el programa de maestría junto a los locales, pero no me animé. Conocía a muchos extranjeros que lo habían intentado y me dijeron que estaba perdiendo mi tiempo aprendiendo a escribir chino —tiempo que podía utilizar en otros asuntos”.
Ahora que estudia en la NCCU, está contento con su decisión. “Lo que veo más beneficioso como estudiante son las historias personales y las relaciones que los profesores entablan con gente de los sectores académico, gubernamental y privado”, dice él.
Asato es uno de muchos estudiantes extranjeros que aprovechan la oportunidad de esos cambios, pero el Ministerio de Educación (MOE, siglas en inglés) espera atraer aún más, hasta aumenar diez veces más la cantidad actual de estudiantes extranjeros para el 2011. Esta meta es parte de la estrategia general del Gobierno para ampliar la influencia taiwanesa en el mundo. “El ambiente multicultural creado por los estudiantes extranjeros, abre la mente de la gente y nosotros deseamos que eso ocurra aquí”, dice George Tai-jen Chen, decano de asuntos académicos de la Universidad Nacional de Taiwan (NTU, siglas en inglés).
A finales de 2003, el Gobierno incluyó la mejora de la educación terciaria en su plan de los Diez Principales Nuevos Proyectos de Construcción, estipulando NT$50.000 millones (US$1.600 millones). El uso del presupuesto inicial de NT$10.000 millones (US$322 millones) del proyecto se debate actualmente en el Yuan Legislativo, y el posible resultado será una concentración de fondos en una o dos universidades élite y alrededor de 10 centros de investigación que serán nombrados en agosto.
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Un grupo de estudiantes de la Universidad Yuan Ze.
Para asegurar su éxito, el plan está respaldado por el Programa de Becas de Taiwan. Iniciado por el MOE y el Ministerio de Asuntos Exteriores el pasado otoño, el programa concede becas a estudiantes extranjeros que tomen cursos con créditos en universidades taiwanesas. Los estudiantes de licenciaturas reciben una mensualidad de NT$25.000 (US$806) hasta por cuatro años, y los de postgrado reciben NT$30.000 hasta por tres años.
Los representantes de la NTU y otras nueve universidades, animados por la iniciativa del programa, realizaron viajes a Europa con el propósito de introducir los programas de educación superior de Taiwan. Aparte de la Beca de Taiwan, las universidades también ofrecen sus propios incentivos financieros; sólo la NTU destina NT$10 millones (US$322.580) cada año a los estudiantes internacionales.
Junto con la ayuda financiera, las escuelas taiwanesas también promueven sus especialidades para atraer a alumnos extranjeros. “Elegí Taiwan por su solidez en la agricultura a pequeña escala”, dice Aliou Diongue, procedente de Senegal y candidato a Ph. D. en el Departamento de Agricultura Tropical y Cooperación Internacional en la Universidad Nacional Pingtung de Ciencias y Tecnología (NPUST, siglas inglés). “Quiero aprender de la experiencia de Taiwan, y luego volver a ayudar a mi propio país”, dice el alumno de 36 años de edad, quien estudia en Taiwan con una beca del Fondo Internacional para la Cooperación y el Desarrollo (ICDF, siglas en inglés).
En 1997, NPUST estableció el Departamento de Agricultura Tropical y Cooperación Internacional, y en 1998 junto con ICDF empezó a atraer estudiantes extranjeros. Al principio, matricularon a 10 estudiantes taiwaneses en el programa de maestría, pero la admisión del año siguiente se extendió a seis estudiantes extranjeros de países aliados diplomáticos con becas ofrecidas por el ICDF, convirtiéndose así en la primera escuela en Taiwan que ofrecía todos los cursos en inglés.
El departamento crece a medida que su reputación se disemina. En 2001, el programa de maestría comenzó a matricular a estudiantes de forma más activa, y ofreció becas de la universidad y varias agencias gubernamentales. El departamento también ha emprendido un programa de doctorado, y en 2004, abrió un programa de licenciatura para 29 estudiantes centroamericanos que recibieron becas del Fondo para el Desarrollo Económico República de China-Centroamérica, que fue conjuntamente establecido en 1998 por los gobiernos de Taiwan y seis países de la región.
“La universidad respalda en gran medida la internacionalización académica. Todos los diferentes colegios contribuyen a la sólida enseñanza y fuerza asesora”, dice Rebecca H. Chung, profesora de departamento y jefa de la División de Estudiantes Internacionales.
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Un grupo de estudiantes conversa amenamente en la NPUST.
A diferencia del camino plagado por políticas que ha tomado la NPUST, NCCU en los suburbios de Taipei, que ya había puesto en marcha los mecanismos, comenzó a dictar cursos en idioma inglés en su Maestría de Comercio Internacional en 2000. El programa fue establecido para resaltar la competitividad de los estudiantes locales en un ambiente cada vez más globalizado, y sin darse cuenta, atrajo a estudiantes extranjeros. La respuesta de la universidad a esta demanda ha sido valiosa. Ahora tiene gran experiencia en la administración de educación internacional, y un programa pionero de estudios interdisciplinarios sobre Taiwan.
La Universidad Nacional Chiao Tung (NCTU, siglas en inglés) y tres otras universidades están tomando una ruta un poco diferente. NCTU se ha unido a la Universidad de Washington para ofrecer títulos conjuntos. El proyecto permite que un estudiante obtenga un título de las escuelas cooperadoras después de completar un número estipulado de créditos en un programa aprobado por las dos universidades. Este tipo de cooperación beneficia a estudiantes porque utiliza los estándares internacionales en sus cursos, y estimula la participación tanto en Taiwan como en los campuses estadounidenses.
Un segmento de la educación en el que Taiwan se desempeña bien es la enseñanza del mandarín como un idioma extranjero. En el presente, hay más de 7.600 extranjeros en Taiwan que toman clases de mandarín. Este mercado, aún sin desarrollarse, muestra mucho potencial para las instituciones educativas de Taiwan. “No debemos ignorar esta área”, dice Lu Mu-lin, del MOE. A partir de este año, el Ministerio comenzó a destinar NT$30 millones (US$967.700) cada año, para que 100 estudiantes extranjeros estudien mandarín.
El impacto de los cursos enseñados en inglés no se limita a los estudiantes extranjeros y locales solamente. Los instructores también deben estar mejor preparados para esta tarea. El decano de asuntos académicos en la Universidad Yuan Ze, Bernard C. Jiang, dice, “Necesitamos que los solicitantes para los cupos de profesor sean capaces de enseñar en inglés”. Aunque no es obligatorio que los profesores enseñen las clases en inglés, la escuela ofrece incentivos de salario para quienes lo hacen. Entre tanto, para todos los alumnos, excepto los que estudian idioma y literatura chinos, 30 de los 128 créditos que se necesitan para obtener un título tienen que proceder de cursos enseñados en inglés —incluyendo 18 sin relación al aprendizaje del idioma inglés.
El MOE calcula que el número de programas completamente en inglés en la isla llegará a los 60 a finales de año, y los matriculados han aumentado de 1.283 en 2002 a 1.969 en 2004. Mientras que la meta de un mínimo de 10 por ciento de matriculados extranjeros en todas las universidades sea quizás catalogada como una visión del futuro, el ambiente educativo para los estudiantes internacionales y el estándar general de la educación terciaria en Taiwan están mejorando.

Aprendiendo a comunicarse
Por:POR OSCAR CHUNG / FOTOS DE HUANG CHUNG-HSIN Fecha de publicación:03/01/2001

Aprendiendo a comunicarseLa legislación sobre los derechos de propiedad intelectual cambió las actitudes de los editores hacia las obras en idiomas extranjeros, y como consecuencia los estándares de traducción mejoraron.

La mayoría de los taiwaneses, a pesar de tres años de clases obligatorias de inglés, no logran aprender bien ese idioma. Hasta ahora, ésto ha tenido un efecto un poco adverso en la vida de la persona común; pero lo peor es el hecho de que hasta los “expertos” cometen errores. Esto es porque, hasta hace poco, las destrezas profesionales eran adquiridas de una manera totalmente casual. “Ninguno de los colegios universitarios y universidades ofrecían cursos de interpretación”, dice Lan Yu-su, director del Departamento de Idiomas Aplicados para Traducción e Interpretación de la Universidad Cristiana Chang Jung (CJCU, siglas en inglés) en el distrito de Tainan al sur de Taiwan. “La gente simplemente aprendía por sí misma esas destrezas”.


Los resultados, aunque nada impresionantes, eran en su mayoría aceptados por los clientes, quienes no podían hacer otra cosa. Pero a medida que Taiwan se convirtió en una potencia comercial y comenzó a celebrar convenciones internacionales, las deficiencias del sistema comenzaron a ser muy visibles. El manual de un producto que parece un libro de chistes ya no tiene cabida en el Taiwan de hoy día, comercializado y globalizado. Los comerciantes del país se embarcaron en una búsqueda por traductores profesionales, que sabían lo que hacían, y para los que cada trabajo no era simplemente otra oportunidad interesante de aprendizaje.
Aprendiendo a comunicarse
El inglés es el idioma más popular entre los estudiantes.
Una importante escuela después de cerrar su sección de
 alemán, decidió este año cancelar también su curso de francés.

Al mismo tiempo, la gente que leía por placer se fue volviendo más sofisticada. “En épocas pasadas, los lectores que no podían entender algo acostumbraban a cuestionar sus propia capacidad”, dice Jerome Su, presidente de la compañía editora Bookman Books e instructor en el Instituto de Posgrado de Traducción e Interpretación en la Universidad Nacional Normal de Taiwan. “Ahora, ellos sólo ponen en duda el trabajo del traductor”.

A pesar de ésto, aún queda mucho camino por recorrer. “He visto traducciones llenas de errores, aun cuando fueron realizadas por profesores con títulos del extranjero”, dice Su. En su opinión, alrededor de dos tercios de todas las traducciones en Taiwan son bastante pobres, aunque admite que el estándar ha mejorado. “Con el paso de las décadas, a nadie le importa realmente la calidad. Siempre que una obra sea traducida, habrán personas dispuestas a publicarla. Los taiwaneses tienden a bromear diciendo que los libros en idiomas extranjeros buenos, aún lo siguen siendo después de traducidos al chino, pero eso no es necesariamente así”.

Un lugar a donde acudir para aquéllos que buscan una buena base en traducción es la Universidad Católica Fu Jen, que estableció en 1988 su Instituto de Posgrado en Estudios de Traducción e Interpretación (GITIS, siglas en inglés), el primero en la isla. El Colegio de Idiomas Extranjeros de la universidad, ubicada en Hsinchuang, distrito de Taipei, ya era uno de los más grandes en Taiwan, ofreciendo clases en seis idiomas.

La legislación sobre los derechos de
 propiedad intelectual cambió las actitudes
de los editores hacia las obras en idiomas
 extranjeros, y como consecuencia los
estándares de traducción mejoraron
.
El inglés es el idioma más popular entre los estudiantes. Una importante escuela después de cerrar su sección de alemán, decidió este año cancelar también su curso de francés.

Recibió un impulso en 1992, cuando el Legislativo enmendó el Acta de Derechos de Propiedad Intelectual a fin de actualizar la ley. Antes de eso, traducir un libro era como una competencia —el primer editor que producía la traducción, la sacaba a la venta y obtenía las ganancias. Pero después de 1992, cualquiera que quiera traducir y vender material publicado tiene que obtener los derechos necesarios, a menos que la obra sea de dominio público. El cambio en la ley significó que solamente una compañía editora podía trabajar en un libro en particular, y los editores se volvieron más selectivos a la hora de buscar traductores.

Cuatro años después de que fuera enmendada el Acta de Derechos de Propiedad Intelectual, la Universidad Nacional Normal de Taiwan (NTNU, siglas en inglés) abrió su instituto de posgrado en traducción, y CJCU estableció el Departamento de Idiomas Aplicados para Traducción e Interpretación, la primera escuela para pregraduados. Otros dos institutos de posgrado, uno en CJCU, el otro en la Universidad Líder de Tainan, están programados para comenzar a matricular alumnos el próximo otoño. Casi todos los departamentos de idiomas extranjeros de la isla ofrecen ahora cursos de traducción, y en muchos lugares los estudiantes del último año de carrera pueden tomar el curso de interpretación como electiva. “Muchas escuelas estaban planeando establecer un instituto de posgrado, pero fuimos nosotros los que realmente lo hicimos”, dice Liu Min-hua, directora de GITIS en Fu Jen. “Pero por desgracia, algunas personas todavía creen que la traducción y la interpretación son aspectos meramente técnicos de un curso de idioma extranjero”.

Ahora que las publicaciones importadas, Internet, y la televisión vía satélite están teniendo un impacto mayor en la vida de la gente local, la necesidad de una traducción precisa continúa aumentando. “Aunque no mucha gente estudia traducción, este reducido grupo de gente talentosa ha logrado demostrar que posee estándares profesionales”, dice Liu Min-hua de la Universidad Fu Jen, ella misma una intérprete con mucha experiencia y alumna del Instituto de Posgrado de Traducción e Interpretación del Instituto Monterrey de Estudios Internacionales en EE UU.

El número de estudiantes que se matricula varía cada año, pero las estadísticas de Fu Jen sugieren que la escuela está más preocupada por la calidad que por la cantidad. Sólo cincuenta y dos estudiantes se han graduado de GITIS en los últimos doce años, y los estudios de traducción pura parecen más populares que los combinados de interpretación y traducción, posiblemente porque son más fáciles de aprobar. Desde 1988, once personas se han graduado del curso de interpretación y traducción de idioma inglés en GITIS, y veintidós del de traducción.

No se puede afirmar que un curso universitario sea suficiente. La gente en otras profesiones espera adquirir experiencia y crecer mediante el método de prueba y error en el trabajo, y la traducción no es diferente. Pero, “la importancia de la formación formal ha sido verificada aquí”, dice Jerome Su. “Es más fiable que aprender por sí mismo. Ser traductor autodidacto es como confiar en los remedios tradicionales. Si tiene suerte se curará, de lo contrario puede ocasionarle serios efectos secundarios”. La falacia que los profesionales pueden traducir e interpretar, siempre que su dominio del idioma sea adecuado, aún prevalece en muchos lugares. “Ud. debe dominar ambos idiomas, pero eso no es suficiente”, enfatiza Su. “Su habilidad como traductor también debe ser muy buena”.


Hoy día, los cursos universitarios enfatizan las destrezas prácticas: cómo hallar a un editor, establecer un negocio de traducción, usar efectivamente libros de referencia, tomar correctamente notas, y traducir visualmente textos.

El excelente dominio del idioma es obviamente un prerequisito, no hay evidencia de que un hablante nativo de inglés traduzca mejor que un colega nacido y criado en Taiwan. Paul Yeh, de 31 años, un intérprete/traductor profesional, que fue a Estados Unidos cuando tenía catorce años, regresó a Taiwan y obtuvo un título en matemáticas, luego ingresó y se graduó del programa GITIS de Fu Jen. A pesar de su sólida base en idiomas, Yeh no cree que sea mejor traductor que sus compañeros en GITIS, la mayoría de los cuales crecieron en la isla. “Si tengo alguna ventaja, es sólo que puedo entender mejor los chistes estadounidenses”, dice, agregando que su inglés mejoró realmente cuando ingresó al programa de Fu Jen. “Los instructores en el instituto de posgrado nos recordaban constantemente que no debíamos escribir las traducciones en chino con la sintaxis del inglés, un error que cometen muchos traductores sin siquiera darse cuenta. Esa es una de las diferencias entre recibir educación formal y ser autodidacto”.

¿Qué pueden esperar los estudiantes en cuanto a la metodología? Los estudios de traducción en Taiwan se dirigen más hacia la enseñanza de las destrezas necesarias para trabajar, y no hacia la memorización repetitiva de hechos, como ocurre con mucha frecuencia en las aulas de clase del país. Algunos cursos tales como “Traducción como profesión” , enseñado por Jerome Su en NTNU, forma a los estudiantes con las destrezas que necesitan para sus futuras carreras. Su tiene como meta enseñar a sus alumnos cómo encontrar a un editor para una obra traducida, establecer una compañía de traducción independiente, y usar efectivamente los libros de referencia. Lan Yu-su, de CJCU, enseña a sus estudiantes las artes de tomar notas y traducir visualmente textos, como preparación para la interpretación simultánea.

En GITIS, los estudiantes del primer año realizan estudios de traducción general. “Comenzamos enfatizando el concepto de que el intérprete es un comunicador entre el orador y la audiencia, no una máquina que interpreta mecánicamente lo que escucha”, dice Liu Min-hua. Para ésto, se asignan traducciones a los estudiantes, y luego se discuten los resultados conforme a un marco teórico. Las traducciones diferentes del mismo texto se contrastan y comparan. En el segundo año, los estudios son más detallados y cada estudiante debe elegir dos de cuatro especialidades —finanzas, literatura, derecho, y tecnología. Durante el semestre de primavera, los estudiantes de GITIS pasan generalmente un período haciendo pasantías en el Instituto Americano en Taiwan o en una estación de radio cooperativa, donde ayudan con la traducción de noticias. “Queremos que los alumnos sepan a qué van a enfrentarse una vez que dejen la escuela”, dice Liu.

Paul Yeh está de acuerdo con la importancia de eso y admira GITIS. Esta escuela contrata casi todos sus profesores entre el grupo de traductores e intérpretes con más experiencia, para asegurar que las tres cuartas partes del currículo consistan en trabajo práctico. “Se enseñan cosas que tomaría años entender si Ud. aprende por sí solo, como por ejemplo qué hacer cuando se presenta algo inesperado durante una conferencia”, dice. “El mercado de la interpretación de hoy es tan competitivo que si se comete un pequeño error, Ud. no tardará en quedar fuera. Ud. es tan bueno como su último trabajo”.

Irrespectivamente de si hizo un curso o estudió en casa, la mayoría de los estudiantes eligen concentrarse en el inglés, y algunos jamás han estudiado otro idioma, a pesar de la amplia gama de idiomas disponibles en las universidades hoy día. “No es fácil encontrar gente capaz de enseñar traducción entre chino, y digamos, francés”, dice Liu, y lo mismo ocurre con la interpretación. Su escuela ha tratado de promover otros idiomas, pero la mayoría de los estudiantes simplemente no están interesados, aunque algunos se han matriculado en japonés. La sección de traducción de alemán en la escuela fue cerrada hace cuatro años. Actualmente sólo hay un estudiante de traducción de francés, y este pasado verano GITIS decidió eliminar el examen anual de ingreso para los estudios de traducción de francés.

¿Son los graduados en idiomas extranjeros, necesariamente, los me jores traductores? Liu Min-hua dice que no, aunque cerca del 70 por ciento de los estudiantes de GITIS pertenecen a esa categoría. Todavía no hay substituto para la experiencia práctica, pero muchas compañías sólo se dan cuenta de ésto hasta que contratan recién graduados. Shivanii Wu, editora, aprendió la lección después de contratar a un estudiante de posgrado de segundo año para traducir un libro. Ella sabía que poseía formación formal, e hizo dos buenas pruebas, pero los resultados fueron decepcionantes.

“Era rápido, y la traducción, aceptable, sólo eso, pero la estructura del chino estaba llena de baches”, recuerda Wu. “Ser un buen traductor tiene mucho que ver con las experiencias así como con la educación”, dice. “De cualquier modo, no contrataría a un traductor sólo porque tiene título de traductor”, dice.

Sin embargo, otro método que están considerando muchas compañías es emplear un traductor del otro lado del Estrecho, donde cobran menos y a veces la calidad es superior. No obstante, los culpables del trabajo mediocre en Taiwan son los editores. La mayoría de los libros traducidos localmente están publicados sin siquiera ser revisados por un hablante nativo u otra persona que no sea el traductor.

Los profesionales están de acuerdo en que el principal problema del negocio es que carece de un sistema de acreditación apropiado. “Tenemos que presionar por ésto, si queremos que los intérpretes y traductores sean tratados como profesionales”, dice Lan Yu-su de CJCU. Y según Liu Min-hua, aunque muchos editores taiwaneses están dispuestos a fachendear contratando traductores, “no les preocupa mucho el profesionalismo, del que gozan en Europa o Japón. El gobierno debería diseñar un sistema de graduación apropiado. Creo que esa es la única manera de cambiar la actitud de la gente hacia esta profesión”.

Otro aspecto preocupante se refiere a la contratación de profesores calificados. En Europa y Estados Unidos, los profesores tienden a tener maestrías y mucha experiencia. En Taiwan, sin embargo, las facultades prefieren a los que poseen doctorados, quienes tienden a llenar los cursos con conceptos teóricos. Liu Min-hua admite que incluso GITIS, que fue creada a imitación de escuelas europeas, ha sido “ajustada” para estar más acorde con las tradiciones educativas locales.

De cualquier modo, el Gobierno no ha mostrado señales de establecer un sistema de acreditación, y Jerome Su de Bookman Books piensa que por el momento la clave es mejorar los estándares en otros aspectos. El cree que los estudiantes de traducción de la isla podrían tener un gran impacto si estuvieran dispuestos a ampliar su perspectiva. “Un graduado de traducción que se convierta en editor de libros, es el tipo de persona que puede verdaderamente ser guardián de la calidad del trabajo”, dice, añadiendo que la mayoría de los editores en Taiwan son graduados de idioma chino, historia o filosofía, y por ello son poco competentes para juzgar la calidad de una traducción. “Un editor publicará muchos más libros en un año que los que puede traducir un traductor en ese mismo tiempo, y un editor con una buena base en traducción es una verdadera ventaja”.

Entonces, por el momento, la calidad de la traducción depende de las escuelas de traducción de Taiwan, que deben garantizar la formación de profesionales que sirvan a los propósitos de la comunicación global.

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